La pandemia del coronavirus, con su implantación de la distancia social y el confinamiento, ha obligado a tomar medidas drásticas para impedir que determinados trabajos no cesen su actividad. El trabajo de oficina se ha deslocalizado…o mejor dicho: se ha relocalizado en casa del trabajador. Y eso es algo que muchos directivos no habían contemplado pero que hay que asumir. Porque ya sea en esta fase de la COVID-19, como en un rebrote o con la aparición de una nueva enfermedad contagiosa, que los trabajadores estén preparados para trabajar desde casa es fundamental para que las empresas no tengan que cerrar.
Dentro de esta nueva realidad se abren incógnitas que hay que abordar, como por ejemplo, qué pasa con los gastos de los servicios que antes ofrecía la empresa dentro de su oficina y que ahora recaen sobre el trabajador (consumo de luz, teléfono, sistemas de impresión, papel, etc.) y sobre la estructura de comunicación que se establece entre los miembros de la empresa ahora que ya no están juntos. Porque si algo hace posible el teletrabajo es la comunicación que ofrece internet: desde compartir datos en la nube a reuniones por vídeo-llamada de docenas de personas.
Y una vez que hemos esquivado estos primeros meses adaptándonos a la nueva situación, comienzan las reflexiones. ¿Lo estamos haciendo bien? ¿Quién controla que esa información se esta transmitiendo de forma segura? ¿Cómo se garantizan los derechos laborales y se justifican de cara a una inspección de trabajo? Mientras que en las microempresas la organización puede ser más o menos rápida y las medidas a tomar no son excesivas, en la mediana y gran empresa esto cambia. Aquí es necesaria una evaluación intensiva y un buen planning que garantice el funcionamiento del equipo humano independientemente de donde se encuentren trabajando.
A esto hay que sumar que la empresa debe garantiza el equipamiento necesario para mantener la seguridad de las comunicaciones y que no se vulnere la RGPD ni se comunique ninguna otra información que pueda violar las directrices de la Agencia de Protección de Datos.
En este sentido, nuestro departamento técnico y legal se ha preparado para analizar y tutorizar la implantación de las medidas necesarias para que las empresas, independientemente de su tamaño, se adapten a la nueva situación y maximicen su productividad. Al fin y al cabo, serán las empresas más preparadas las que abordarán con más éxito el futuro incierto.
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